jueves, 14 de julio de 2016

Refugio.

Alguna vez alguien me dijo hace mucho tiempo atrás, que la música siempre estaba en todos lados, y lo único que debíamos hacer era escuchar atentamente. Yo no me creía ese cuento porque siempre me vi como un hombre desconfiado y si no tenía pruebas de que en una habitación silenciosa pudiese escuchar una composición de sonidos que se formara sin la necesidad de yo mismo poner canciones, era absurdo que escuchara música alrededor. Y por un momento realmente me creí mi teoría de que ese hombre estaba loco y no sabía de lo que hablaba. Sí, me atreví de tildar a alguien de "loco" cuando era yo el incoherente, qué locura la mía.
Pero un día, decidí abandonar mi arrogancia y mi apresurada vida entonces ahí lo descubrí todo. Me encontraba en silencio en mi habitación y todo parecía formar una armonía que se mezclaba con aquellas gotas de lluvia que azotaban en mi ventana enfurecidas por haber rechazado anteriormente el sonido de las cosas, y de repente todo se transformó en música. Era verdad, el silencio también forma parte de la partitura y por eso es tan importante en una composición musical. Entonces, supe que toda mi vida había estado ignorando los sentidos por estar siempre ocupado en el trabajo y en el agitado estilo de vida pasando 26 años de esa manera, ignorando mi alrededor.
La mayoría de las noches, me encontraba en algún club nocturno registrando que marchara bien el trabajo, aprovechando para tener en la zona privada el entretenimiento reflejado en unos cuantos bailes eróticos de mujeres de piernas largas y piel delicada que desataban mis deseos, las cuales entre bebidas y drogas solo amplificaban mis sentidos de manera descontrolada, no era de sorprender que todo ese tiempo me encontrara ignorándome a mí mismo y a lo que me rodeaba, quedando en un estado de pausa entre la realidad y lo que creía ver.
Pero en ese momento en que decidí quedarme quieto y escuchar atentamente el medio que me rodeaba, pude encontrar un refugio y a la vez un escape de todo. Tan solo bastaba con detenerme un momento para hallar la música que me guiara a la tranquilidad, y ese era definitivamente el problema, estaba ignorando hasta mis sentidos para envolverme en la cotidianidad apresurada que me manipulaba. Ya mis ojos ni siquiera veían realmente por estar pendientes de aquellas pantallas como la televisión, las cámaras, el ordenador, las ventanillas, en los cuales ponía mi más íntima confianza para dejar que me mostrara la realidad, y luego pretendía buscar un edificio con una maravillosa vista exterior y ¿para qué si los edificios están construidos para que observe solo una parte en en específico y me quiten el panorama de lo demás? Tampoco escuchaba nada por dejarme llevar del barullo y el cúmulo de sonidos fuerte que aturdían mis oídos. Me encontraba anestesiado de todo y por un largo rato pensé que estaba bien.
Todo este tiempo fui un hombre sin sentidos, pero finalmente logré encontrar en mi propio alrededor el refugio que necesitaba para volver a ser un ser humano con sus sentidos completos.


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