jueves, 14 de julio de 2016

nightlife.

“Nada era cierto, el mundo era una gigantesca falacia, una obra de teatro, un montaje que en algún momento habíamos confundido con la realidad, quedándonos para siempre atrapados en una representación vulgar y muchas veces de mal gusto.”
¿Seguiría en aquellas andanzas? ¿Realmente valía la pena llevar ese ritmo, dejando su vida en manos de la rutina llena de adrenalina sin sentir lo maravilloso que puede ser el vivir sin ataduras (aunque se sabe que siempre hay algo de lo que se está atado)? Se lo cuestionaba diariamente, cada que sentía el peso del cansancio apoderarse de él, llevándolo a un extremo de agonía por no hacer algo más que solo sobrevivir. Sabía que no había un trabajo que calzara tan a la medida como el que tenía, después de todo, las noches eran sus aliadas desde que tenía memoria y ahora eran parte de él, le daban su identidad, pero aun así sentía la necesidad de dejar todo atrás como una serpiente deja atrás su piel para lucir una completamente renovada con escamas más brillantes y saludables. Era irónico, las serpientes siempre le habían asustado y ahora se comparaba con ellas, pero en esos momentos realmente le hubiese gustado cambiar su piel, cambiar su rostro, cambiar su esencia y todo lo que en ese momento era por una completamente nueva, fresca, y mejor vida.
– Ya es hora. – Sus amigos, compañeros y los clientes, lo esperaban para poder abrir uno de los club que manejaba en una esquina de Hongdae, barrio reconocido por tener en sus calles escenas de música y arte por doquier. Era el dueño de gran parte de la escena nocturna que predominaba en la ciudad pero sabía que no sería por mucho tiempo, y quizá por eso era que sus miedos comenzaban a relucir en él para recalcarle las condiciones con las que había llegado a la posición en la que se encontraba. Deshonestidad, corrupción, caos, una mezcla de excesos y ambición que por tanto tiempo lo seducían ahora se vengaban de él.
Miraba hacia atrás recordando cómo su vida había tomado tal rumbo, pero sabía que desde siempre había estado destinado a ello, pues su vida había estado planeada sin que tuviera la oportunidad de hacer algo por cambiar. Pero ahora, después de tantas pesadillas realmente quería cambiar todo lo que creía real, toda su vida, ¿y cómo podría escapar? Ahí estaba el dilema, no podía.
Observaba el Club NB, lugar donde era como si se conectaran dos mundos diferentes y, de este al que acababa de entrar, le gustaba en especial. Las luces intermitentes, el sonido de hip-hop, el calor de la gente y el olor a alcohol, humo, drogas y a sudor le indicaba que nunca podría dejar aquellos vicios que tanto le gustaban. Pero debía hacer algo contra ello, se lo debía a sí mismo, se lo debía a ella.
“El más siniestro de los sufrimientos es el de verse poseído por fuerzas extrañas que desvanecen la identidad.” ¿Identidad? Sentía que nunca tuvo una pues se le habían impuesto por culpa de sus descuidados padres, y él tampoco había hecho nada al respecto cuando todo recién iniciaba. Se arrepentía. Ya no soportaba ni la presencia de quienes consideraba sus amigos pero que solamente lo habían hundido más en ese abismo infinito. Si muchas personas alrededor del planeta se sienten derrotadas, están deprimidas, tienen trastornos alimenticios, consumen alcohol desaforadamente, son adictos a drogas legales e ilegales, y necesitan ayuda médica para poder soportar sus vidas planas y sin sentido, por algo será.
Debía seguir luchando contra sus temores y la seducción que intentaban alejarlo de sus deseos de terminar todo de una vez, aunque su vida corriera peligro, aunque se destruyera, pero ya era hora de poner un fin a quien creía que era.


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