domingo, 1 de mayo de 2016

No soy Beethoven, pero también encontré a mi amada inmortal.

    
Si la ven, díganle que aún la amo en demasía, que desde la conozco cada surco de mi cuerpo y de mis adentros tiene su nombre. Aún escucho aquellas melodías que solíamos cantar al unísono cuando las palabras se volvían ausentes en nuestras conversaciones, o simplemente nos hundíamos en ese placer de deleitarnos con esos sonidos tan especiales en un mundo tan nuestro (ya sabes, siempre tarareamos un poco de jazz, algo de rock&roll o, si nos encontrábamos en nuestros momentos de revolucionistas, algo de música protesta para caer en profundas ideas que nos llevaran a odiar a todo el mundo, a nosotros mismos).
Siempre serás parte de mí porque eres yo y yo soy tú, qué maldita condena, y creo que ese es el precio que debemos pagar por ser almas gemelas verdaderas, pues siempre seremos uno ya que jamás había encontrado alguien que tuviera mis mismas creencias, ideas, razonamientos, debates, situaciones e incluso que leyéramos las mismas cosas, nos gustara la misma música o viéramos las mismas películas, qué loco. Me abriste los ojos y me devolviste la vida pero ahora te pertenezco por la eternidad.
Si la ven, en serio díganle que aunque no nos soportemos, la amo con todo lo que soy y lo que no soy, la amo profundamente, eternamente. Maldigo las leyes de física y su magnetismo, "los polos iguales se repelen." ¿Cómo es posible que me repele alguien que es exactamente igual a mí y que ame con todo mi ser? Sí, definitivamente comprobé que es posible pero quisiera no creerlo, arrancar cualquier impedimento de no estar juntos para que nos amemos y odiemos sin trabas, como nos merecemos pero no se puede.
Te amo y te odio, aunque te odio más de lo que te amo y eso lo sabes muy bien, pero al fin y al cabo te amo como nunca he amado y te llevaré siempre conmigo, mi amada inmortal.


mi amada inmortal


No hay comentarios:

Publicar un comentario