domingo, 27 de noviembre de 2016

faded.

Escalar alto, muy alto, hasta alcanzar las nubes, pedacitos de algodón que me cuidan de la caída. Ir colina arriba, entre cansancio y esperanza, entre mi amor y tu partida. Volar.
Cómo encontrar entre la verde hierba las huellas de tu sombra que caminan con ligereza y avidez, siempre escapando vaya a saber de quién o de qué.
Me pierdo entre el pastizal tan húmedo y similar, porque así como derramo lágrimas por ti, la naturaleza también llora por ti y por mí, por nuestra huida-sin-retorno que nos consumió el amor.
Me
 c
  a
   i
    g
     o
de a poquitos o de a mucho, pero es que no entiendo esto de echarte de menos cuando de menos no tiene nada, sino que cada vez es más y más y más. Siempre sumando cuando se trata de ti, nunca he podido restar nada.
Y si alcanzo la cima, déjame caer desde lo alto porque esta vez quiero sentir el viento contra mi cuerpo, despojándome de las nubes protectoras, de la vida.
Yo bailaba con las notas del piano que cada vez tocabas más de prisa. Sol, la, sol, la. Y me dejas saber con la música que sola, sola, me dejas sola. Que te largas para el do re mi fa sol la luna, y yo me quedo sola, sola, con tus notas abrazándome.
No te pude alcanzar, y lo siento. Tú tan allá en el cielo y yo tan aquí en la tierra. Pero te equivocas si piensas que detesto estar sola, si me ahogaré en mi soledad, porque no lo haré.
Me caigo y me levanto. Me pierdo y me encuentro. Yo puedo, yo puedo.



domingo, 2 de octubre de 2016

Hoy lloro por Colombia.

Escribimos de amor, de tristeza, y de miles de cosas más que nos mueven los sentimientos hasta formarnos un nudo en la garganta que se aferra con fuerza hasta dejarnos con el alma oscilando entre gritar o llorar en silencio. 
En estos momentos, lo que más me remueve los sentimientos hasta arrebatarme la respiración para llevarme un paso más cerca de la muerte, o mejor dicho que me lleva más cerca de vivir, (porque irónicamente cuando estamos con el dolor en los adentros ya para un paso de rendirnos ante la muerte, es que aceptamos más la vida como un regalo que debemos cuidar con todos sus pedacitos que se riegan en frente de nuestras narices), es el dolor que siento por mi país. Un país con falta de educación, lleno de egoísmo y de violencia, que solo avanza para retroceder más hacia la decadencia.
Me duele el país sin alma en el que me encuentro, y aún más porque yo mismo no he hecho nada para contribuir a cambiarlo. Y es que, el conformismo, la falta de empatía, perdón, y amor es lo que nos ha movido como seres inconscientes en este mundo, que nos han metido en la cabeza la importancia de un reinado, de las ferias, de salir a beber cada noche, de dejar los estudios y los libros para ganar dinero fácil y mantener un cuerpo bonito que solo dura menos de un segundo. Esperamos que todo nos llegue resuelto sin hacer el mayor esfuerzo, carecemos de disciplina y responsabilidades porque la comodidad es nuestra mejor aliada y el "no me importa nada" nuestra religión.
Suficiente, me parece inaudito y decepcionante que incluso con oportunidades para mejorar todo, el pueblo siga de ignorante manipulada por partidos políticos que no son más que ciegos por el poder. Esto no se trataba de una campaña política, de adorar a unos tipos que llevan el proceso, esto se trataba de encaminar al país para volverlo mejor, de darle la oportunidad de una educación y una calidad de vida a miles de niños que cada años eran reclutados forzosamente donde se les daba un arma en vez de una infancia, de unir familias que se desintegraron por la violencia y el desplazamiento, de evitar que muchas otras dejaran de enterrar a sus familiares o a su amigos. Dicen querer la paz, acabar con la violencia, pero gritan como si fuera su último hálito de vida "NO queremos dejarle el país a unos asesinos, pero sí queremos la paz" y envían personas con fusiles a combatir otros que como ellos solo creen en las armas, y eligen otros asesinos (que aunque no toquen un arma, asesinan a miles de habitantes negándoles su salud, su educación, sus oportunidades y quedarse con todo el poder) para gobernar al país. Dolor, dolor. Carecemos bastante de amor, pero estamos sumergidos por el odio.
Con nada he llorado más que con una decepción de estas donde le hemos dado la espalda a una paz que de a poquitos florecería, pero que la hemos destruido con la más cruel ambición que se apodera de nuestras vidas.

Y ahora piden calma, serenidad, tranquilidad hasta que todo retome su rumbo normal. ¿Es en serio? Calma es lo que hemos tenido por todos estos años porque nos hemos hecho los ciegos y sordos ante el sufrimiento de personas que cada día lloraban la muerte y la tragedia en sus vidas, ya ha sido suficiente calma, y la oportunidad que se nos ha dado para finalmente ser ciudadanos con moral la hemos desperdiciado. Qué tristeza.


jueves, 14 de julio de 2016

Teorías, caos y besos.



Ella tenía nombre de estrella. Poco sabía del universo y sus maravillas pero ella tenía nombre de estrella y sabía que me estaba metiendo en un campo magnético, fascinante, sin gravedad, peligroso, pero desde pequeño soñaba con ser astronauta así que decidí sumergirme en ese nuevo mundo que me esperaba.
Admito que me interesaba la astronomía pero comprenderás, la física nunca fue lo mío así que no le daba mucha vuelta al asunto en profundidad. Verás, amaba los misterios que comprendía esta ciencia pero tantos números, lógica, leyes, el comportamiento de la energía, el tiempo, el espacio y su interacción en el mundo no era lo mío pues sabrás que nunca fui un chico sistemático ni de orden, más bien he sido de abstracción y desorden.
Pero tenía en frente mío una estrella así que decidí escucharla, admirarla y comprenderla sin conocer ninguna mierda de las teorías que implicaba el adentrarse en ella y solo bastó unos minutos para verme envuelto absolutamente en ese universo y tener mi mirada fija en esa estrella.
Solían confundirnos y decir que parecíamos una pareja, y podía ser verdad pero las etiquetas nunca fueron lo nuestro y tampoco nos queríamos de ese modo (mentira). Pero llegaba la calma de la noche y entre discursos medio idos, vino de media noche y una constelación predominante nos confundía y terminábamos llenos de besos y caricias, haciendo el amor (o destruyéndolo) sin medida.
Debió ser muy tarde cuando me di cuenta que debí conocer de física, de química y de amor, porque cuando aterricé te habías ido muy lejos mientras yo seguía atascado en figuras geométricas, simetría y organización que me enseñaban de manera crucial lo que nunca quise aprender cuando tuve la oportunidad.
Mujer con nombre de estrella, por fin sé en qué consiste la acción y reacción, y perdón por no haber reaccionado contigo cuando estabas a mi lado.

Gracias por el fuego (corazón coraza)

Me lo repetía constantemente hasta dejar mis oídos aturdidos de sus palabras: el rojo es tu color, no me dejes. "El rojo es tu color, no me dejes" como un eco continuaba sonando pero no entendía a qué se refería con aquellas palabras pues definirme con un color carecía de sentido y más si le adjudicaba a la frase tal petición tan profunda como era no dejarla. 
El rojo podría significar muchas cosas, pero sabía que ninguna de ellas me definía como Dolores lo estaba haciendo de manera tan segura y tajante.
"Tu color es el dorado. No me dejes." Ahora yo también la definía con un color hasta caer en ese juego de matices que comenzaban a apropiarse de nuestra vida y terminar siendo un color en un mundo lleno de tonos grises y apagados. Entonces era mi turno para repetir con exigencia que no me abandonara porque yo prefería ser un rojo atardecer a una dorada madrugada como ella.
Así nos aferrábamos, a la idea de que el rojo y el dorado podían mezclarse a pesar de sus diferencias y Dolores me acariciaba con esa ternura que solo ella podía transmitir para apaciguar lo que intentaba separarnos como si se tratara de un bichito que recorría nuestro cuerpo y que ella intentaba matarlo con sus tibias manos.
Como la carencia para expresarme con palabras siempre ha sido mi problema, le respondía con letras en poemas (si acaso pudieran definirse como poemas) y con besos frenéticos por toda su suave y distinguida piel con lunares que ella dejaba al desnudo.
"Dolly, mi amada Dolly, arráncame la piel que yo desnudaré la tuya para que te quedes en mi alma. El rojo puede ser la coraza de mi corazón y el dorado el del tuyo, pero tú serás mi alma, yo seré tu alma, así que no me dejes. Oh, mi amor, ya sé que eres mejor que todas tus imágenes y tengo que amarte, tengo que amarte." Mis palabras ahora resonaban en su alma y nos quedamos en silencio abrazados mientras apreciábamos el momento, nos habíamos quedado en pausa. Todo parecía infinito, y Dolores así lo sintió también entonces le encendí el cigarrillo y me susurró rompiendo aquel silencio: Gracias por el fuego, Ramón. Así que en ese momento y con esas palabras sellamos nuestro pacto. "Gracias por el fuego" lo repetí sabiendo todo lo que encerraba aquella frase pues nos habíamos encendido fuego que aún no se apagaba para nuestra suerte, e incluso habíamos creado una especie de color formado por rojo y dorado que cada vez se mezclaba con más pasión.



La tregua.

Me parecía terrible que Laura actuara de ese modo conmigo: me enamoraba y luego me alejaba de la manera más drástica. Vaya a saber si me quería pero de lo que sí estaba seguro era que tenía una manera especial de herirme. Ella era un vaivén de sentimientos en los cuales yo quedé atrapado sin querer, de la manera menos esperado, así como empiezan esas grandes historias de amor, por casualidad.
Laura trabajaba para mí, mostrando esas piernas esbeltas con ese andar tan delicado y característico de ella, pues habíamos caído en la típica situación de jefe-empleada teniendo encuentros casuales (que eran lo menos casuales) en el trabajo, en nuestra pieza del hotel, en su departamento, en mi departamento y en lo que después llegamos a concebir: un departamento para los dos, nuestro hogar. Pero todo eso sucedió después.
Cuando llegó a mi vida, ella intentaba hacer todo lo contrario a seducirme, me fastidiaba, y yo siendo un hombre cansado de todo me molestaba su sola presencia, así que llamarle por su apellido era lo mínimo que podía hacer para demostrarle el poco afecto que tenía por ella. "Avellaneda" lo pronunciaba con repudio, pero sin darme cuenta, al mismo tiempo pronunciaba mi condena pues me estaba referiendo a ese fruto seco que como ella, a pesar de su fría apariencia, Avellaneda esperaba ser mordida para conducirme por ese abismo de sabores y volverme adicto a ella.
Pero quién iba a saber que yo mismo me había puesto el arma en esa boca que desde hace mucho había perdido su gracia, así que con ignorancia seguía pronunciando "Avellaneda" cada vez con más frecuencia y con menos repudio. Y fue ese día, cuando me di cuenta que mi vida era absurda y que moriría con un trabajo aburrido, con la sombra de mi ex pareja que me perseguía de la tumba y unos hijos mal agradecidos, que vi a Avellaneda en ese café de la esquina. Noté que antes no la había visto, y ahora mis ojos percibían la figura más extraordinaria de una mujer que lucía ordinaria, y ella me vio también por primera vez.
━ Laura, he terminado de escribir un diario sobre todos los días que pasamos juntos.
━ Laura, por qué me abandonaste.
━ Laura, me devolviste la vida a cambio de la tuya. Te robé tu vitalidad como un parásito, y te fui matando lentamente sin darme cuenta. Al fin y al cabo fui yo quien te hirió.
━ Perdón, Avellaneda.
Me parecía que la vida había sido muy perra conmigo como para quitarme a Avellaneda de mi lado justamente en el momento que me sentía con la vitalidad que nunca antes había tenido. Releía sus cartas con el sello de "Señor, Santomé" imitando su tono como ella tantas veces pronunciaba.
Amar a Laura había sido lo que necesitaba para sacarme de tantas incoherencias con las que contaba. Después de todo, yo ya había perdido el sentido de las cosas y ella me había enseñado a vivir.
"Lo que uno quiere de verdad, es lo que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo, o intentar: En eso se te puede ir la vida, pero es una vida mucho mejor…"


nightlife.

“Nada era cierto, el mundo era una gigantesca falacia, una obra de teatro, un montaje que en algún momento habíamos confundido con la realidad, quedándonos para siempre atrapados en una representación vulgar y muchas veces de mal gusto.”
¿Seguiría en aquellas andanzas? ¿Realmente valía la pena llevar ese ritmo, dejando su vida en manos de la rutina llena de adrenalina sin sentir lo maravilloso que puede ser el vivir sin ataduras (aunque se sabe que siempre hay algo de lo que se está atado)? Se lo cuestionaba diariamente, cada que sentía el peso del cansancio apoderarse de él, llevándolo a un extremo de agonía por no hacer algo más que solo sobrevivir. Sabía que no había un trabajo que calzara tan a la medida como el que tenía, después de todo, las noches eran sus aliadas desde que tenía memoria y ahora eran parte de él, le daban su identidad, pero aun así sentía la necesidad de dejar todo atrás como una serpiente deja atrás su piel para lucir una completamente renovada con escamas más brillantes y saludables. Era irónico, las serpientes siempre le habían asustado y ahora se comparaba con ellas, pero en esos momentos realmente le hubiese gustado cambiar su piel, cambiar su rostro, cambiar su esencia y todo lo que en ese momento era por una completamente nueva, fresca, y mejor vida.
– Ya es hora. – Sus amigos, compañeros y los clientes, lo esperaban para poder abrir uno de los club que manejaba en una esquina de Hongdae, barrio reconocido por tener en sus calles escenas de música y arte por doquier. Era el dueño de gran parte de la escena nocturna que predominaba en la ciudad pero sabía que no sería por mucho tiempo, y quizá por eso era que sus miedos comenzaban a relucir en él para recalcarle las condiciones con las que había llegado a la posición en la que se encontraba. Deshonestidad, corrupción, caos, una mezcla de excesos y ambición que por tanto tiempo lo seducían ahora se vengaban de él.
Miraba hacia atrás recordando cómo su vida había tomado tal rumbo, pero sabía que desde siempre había estado destinado a ello, pues su vida había estado planeada sin que tuviera la oportunidad de hacer algo por cambiar. Pero ahora, después de tantas pesadillas realmente quería cambiar todo lo que creía real, toda su vida, ¿y cómo podría escapar? Ahí estaba el dilema, no podía.
Observaba el Club NB, lugar donde era como si se conectaran dos mundos diferentes y, de este al que acababa de entrar, le gustaba en especial. Las luces intermitentes, el sonido de hip-hop, el calor de la gente y el olor a alcohol, humo, drogas y a sudor le indicaba que nunca podría dejar aquellos vicios que tanto le gustaban. Pero debía hacer algo contra ello, se lo debía a sí mismo, se lo debía a ella.
“El más siniestro de los sufrimientos es el de verse poseído por fuerzas extrañas que desvanecen la identidad.” ¿Identidad? Sentía que nunca tuvo una pues se le habían impuesto por culpa de sus descuidados padres, y él tampoco había hecho nada al respecto cuando todo recién iniciaba. Se arrepentía. Ya no soportaba ni la presencia de quienes consideraba sus amigos pero que solamente lo habían hundido más en ese abismo infinito. Si muchas personas alrededor del planeta se sienten derrotadas, están deprimidas, tienen trastornos alimenticios, consumen alcohol desaforadamente, son adictos a drogas legales e ilegales, y necesitan ayuda médica para poder soportar sus vidas planas y sin sentido, por algo será.
Debía seguir luchando contra sus temores y la seducción que intentaban alejarlo de sus deseos de terminar todo de una vez, aunque su vida corriera peligro, aunque se destruyera, pero ya era hora de poner un fin a quien creía que era.


De sterrennacht.

"Estar sumido en un insomnio caótico,o adentrarme en el onírico mundo de pesadillas que me recuerda constantemente mis más íntimos secretos, mis errores más grandes y la vida que llevo por culpa de mis malas decisiones."
Sentía el sudor recorriendo con furor su cuerpo, como si estuviese envuelto en llamas que le quemaban a carne viva su cuerpo, dejando las marcas de pecado incluso en sus entrañas, a medida que sus pesadillas ahondaban cada vez más para arrebatarle sus sueños e indicarle que era hora de aterrizar, de salirse abruptamente de sus más recónditas y temerosas reminiscencias sirviendo como señal el tono oscuro que comenzaba a colorear su habitación, su alrededor, su vida. Era verdad que estaba envuelto en una maldición que le hacía sentir una vez más la dualidad entre su cuerpo y su interior, pues su cuerpo parecía inhóspito, sin señal de vida. Estaba vacío, completamente vacío, mientras que su mente volvía a tornarse pesada y el dolor se apoderaba de su alma.
De entre la sombra que lo rodeaba, lograba divisar muchas estrellas todas de un tono blanco, como indicándole que aún existía la luz y la esperanza. Lo inquietaban, si algo había de inquietarle eran esas peculiaridades que le sucedían en un mundo tan plano y sobrio, que le hacían generar una amplia curiosidad por querer agarrarlas todas y coleccionarlas, así como con sus sueños que iban quedando aprisionados día tras día. Pero, se iba quedando ciego, e iban desapareciendo una por una de su vista. ¿Cómo era posible que primero la vida lo ilusionara con salvarlo y luego le arrebatara todo en un instante? Ya de nada le servía cerrar los ojos si de todas maneras se iba a quedar en esa oscuridad absoluta con los ojos abiertos.
Así, decidió darse por vencido y encender un cigarro, o mejor dicho, dos: uno para él y otro para la muerte que desde hacía un buen tiempo lo venía acechando cada vez más de cerca. Todo comenzaba a carecer de sentido para él, por lo que en esos momentos le pareció adecuado invitar a la muerte a pasar el rato (o a dejar pasar su vida), encendiendo el último cigarro mientras la observaba dar bocanadas de manera apresurada o quizá de manera molesta porque lamentablemente él aún no se iría con ella.
— ¿Detendrías los relojes por mí? Desde ahora no existe más el tiempo, de hecho, nunca ha existido para mí.
Le dice a la muerte como si estuviera mostrando su derrota, pues ya quería irse con ella. Después de todo, su compañía se había vuelto cálida y acogedora.
—Volveré. No lo dudes.
Sentía cómo la muerte le susurraba a manera de respuesta, mientras depositaba las cenizas de un cigarro consumado con desesperación dejando el insensible cuerpo de él flotando, sin gravedad, sin visión, y lleno de temores. Sabía que no debía fiarse de la muerte ni mucho menos de la vida, sin embargo las estrellas vuelven a aparecer (siempre estuvieron ahí), observándolo desde lejos para comenzar a llamarlo con insistencia pues no había mucha distancia que los separara. Quería acercarse, quería tocarlas, pero ese fuego que lo rodeaba junto a la extensa marea negra que parecía interminable y que avanzaba con rapidez entre sus pies, se iba apoderando más de él. Por consiguiente, ahora era el turno del abismo quien comenzaría a llamarle y a seducirle, a medida que la luz de las estrellas se iban haciendo más grande, volviendo al limbo entre dejarse caer o extender sus alas por el cielo.
Despierta, despierta.
Las palabras se iban volviendo difusas y distorsionadas pero finalmente iba comprendiendo que era hora de volver de ese sueño que noche tras noche tomaba lugar en su subconsciente. Abrió sus ojos y por un momento la vio a ella, aquella mujer que de las sombras lo perseguía. Debía dejar de consumir tantas sustancias que solo le alteraban el funcionamiento de su cerebro y le distorsionaban aún más su realidad, pero más que todo, debía aprender a convivir con su pasado.