Escalar alto, muy alto, hasta alcanzar las nubes, pedacitos de algodón que me cuidan de la caída. Ir colina arriba, entre cansancio y esperanza, entre mi amor y tu partida. Volar.
Cómo encontrar entre la verde hierba las huellas de tu sombra que caminan con ligereza y avidez, siempre escapando vaya a saber de quién o de qué.
Me pierdo entre el pastizal tan húmedo y similar, porque así como derramo lágrimas por ti, la naturaleza también llora por ti y por mí, por nuestra huida-sin-retorno que nos consumió el amor.
Me
c
a
i
g
o
de a poquitos o de a mucho, pero es que no entiendo esto de echarte de menos cuando de menos no tiene nada, sino que cada vez es más y más y más. Siempre sumando cuando se trata de ti, nunca he podido restar nada.
Y si alcanzo la cima, déjame caer desde lo alto porque esta vez quiero sentir el viento contra mi cuerpo, despojándome de las nubes protectoras, de la vida.
Yo bailaba con las notas del piano que cada vez tocabas más de prisa. Sol, la, sol, la. Y me dejas saber con la música que sola, sola, me dejas sola. Que te largas para el do re mi fa sol la luna, y yo me quedo sola, sola, con tus notas abrazándome.
No te pude alcanzar, y lo siento. Tú tan allá en el cielo y yo tan aquí en la tierra. Pero te equivocas si piensas que detesto estar sola, si me ahogaré en mi soledad, porque no lo haré.
Me caigo y me levanto. Me pierdo y me encuentro. Yo puedo, yo puedo.
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