domingo, 27 de marzo de 2016

Ella no sueña más.

El olor de tu perfume, la esencia que me atormenta todos los días y se apodera de mis entrañas para recordarme el castigo a la que estoy condenada. Quiero soltarte, dejarte ir, ser libre como principio fundamental que merezco después de tan agonizantes encierros a los cuales he pertenecido; de verdad quiero lograrlo pero déjame intentarlo. A pesar de que nos prometimos encontrarnos en aquella noche azul tan nuestra pues tantos momentos nos vio pasar, sabemos que ninguno de los dos quiere volver a intentar así que terminemos con este suplicio rápido porque ya no doy más y quiero volver a soñar.
El insomnio va a acabar conmigo si continúo aferrándome a la luna como mi única salida, después de haber sido eclipsada por las cicatrices de aquel amor que prometíamos guardar. Las luces de las estrellas y los reflejos de una iluminada ciudad son las únicas que me guían en esa oscuridad que me rodea junto con una botella de vodka que de tantos vicios, ha sido ese al que más me has dejado acostumbrada.
No debimos caer en ese idilio extraordinario de Tristán e Isolda si sabíamos que solamente éramos Tomás y Sabina jugando a quién desistía primero ante la pasión. Aunque no puedo negarlo, qué bien que supimos jugarlo, sin embargo, hemos llegado al final de todo cargando con el precio de nuestra cordura.
Perdón por haberte lastimado, aún recuerdo el rojo vivo de tu sangre recorriendo con desesperación y dolor tus finas facciones de aquel diabólico rostro que me penetraba con esos ojos oscuros como el alma de a quien eran pertenecedores y debo decir, que el carmesí combinaba con tus venenosos labios con las que a muchas mataste. Por supuesto, eso no se compara en nada con el dolor tan sofocante al que me dejaste para siempre en mi interior, maldito demonio.
El viaje al que ambos hemos emprendido ya no tiene retorno, pues ahora somos dos entes ligeros, sin alma ni cuerpo que nos haga peso. Somos polvo que la tierra ya no quiere y que el viento arrastra por entre la gente perdida y muerta que ya nadie reclama. Somos ecos de voces mudas con temor a gritar, somos silencio, somos la nada.
¿A dónde iremos a parar? Ya es hora de ver la luz roja y dejar mis lágrimas salir; el estruendo de mi mente no me ha vuelto dejar pensar y el estado inconsciente con olor a alcohol y diversas sustancias ya no hacen efecto como en un principio. Estoy anestesiada pero en el fondo sigo sintiendo el reflejo de la dualidad a la que solíamos estar unidos y que me incomoda pues esa es la pieza que no encaja desde un buen tiempo atrás, es la espina que me recuerda el pecado al que nunca debí involucrarme pero que tengo miedo a sacar porque puedo sangrar.
Mas no me rendiré, mis huellas se alejaron de las tuyas y depende de ti seguirlas o no, pero yo seguiré, caminaré diez pasos más allá que tú sin mirar atrás, sin ningún remordimiento porque soy fuerte. De verdad que lo soy, a pesar de mis vicios y los malos hábitos con los que he quedado, soy fuerte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario