domingo, 27 de marzo de 2016

Selene.

❝Vi la luna sola, incapaz de compartir su fría belleza con nadie.❞
La oscuridad gélida con la que contaba el cielo, hogar de dioses a donde ella era perteneciente, se encontraba apacible y monótona como hacía muchos años solía ser. Después de todo, seguía la misma rutina de siempre: primero, su hermana Eos rodeaba los océanos para anunciarle a su hermano Helios por medio de cantos que recubrían cada surco de la tierra proveniente de los ruiseñores agradecidos en señal de un nuevo comienzo, la llegada del día impaciente por la puesta del Sol adornando el claro cielo para iluminar con esperanza, color y calor la llegada de un nuevo día lleno de esplendor. Y así, una vez el viaje de Helios tan esperado por muchos diera por terminado, era el turno de la enigmática Selene para actuar sobre la oscuridad tan placentera envuelta de misterios, silencios y movimientos finos de unas cuantas criaturas que desde la tierra le hacían compañía en esas noches tan solitarias.
Días, meses, años, transcurrían en esa misma rutina tan presos a la que se encontraban sometidos pero debía cumplir con su deber. Sin embargo, una noche de verano algo comenzó a cambiar en la tierra, algo fuera de lo habitual a la que tan acostumbrada estaba y sin darse cuenta, su interior se había inquietado por ser parte de aquel suceso tan desconocido para ella. En el monte Larmos, un pastor se dedicó a contemplarla cada que terminaba sus tareas diarias, nutriéndose de amor cada noche un poco más hasta quedar dormido con su desnudez bajo los rayos tenues de los astros sin darse cuenta que se había enamorado de aquella mujer protectora de la noche tan distante pero tan atrayente, y ella, encantada por el misterio que aquel hombre envolvía decidió ser partícipe, por lo cual una noche azul de esas tan especiales, descendió a la tierra para contemplar al misterioso pastor mientras dormía con su musculatura al descubierto y lo amó profundamente. Desde entonces, cada que él caía en ese sueño después de contemplarla, Selene siempre bajaba para recostarse junto a él sintiéndose por primera vez cálida, en compañía, completa y es que finalmente alguien era su luz en esa oscuridad a la que vivía tan acostumbrada.
— Mi amado Endimión, dueño de mi amor, te acompañaré siempre que duermas así que por favor, no te alejes de mí, labrador de mi pasión. Que yo tan eterna en estas noches vacías a las que estoy condenada no puedo sentirme viva si no es a tu lado. Quédate conmigo, en alma y cuerpo, te necesito. — le susurraba cada noche a su amado luego de que ambos hubiesen confesado su amor, esperando a que él jamás se alejase de su lado sin importar lo terrenal y efímero que Endimión fuese porque no hay nada más agobiante como ser poseedora de la inmortalidad dependiendo de lo mortal. Lo deseaba para ella, aunque solamente fuesen amantes en la noche.
— Oh, Zeus, venerado dios del Olimpo. Te imploro con mis más fervientes deseos que le concedas a mi amado Endimión la inmortalidad para poder contemplar nuestros deseos sin interrupción. — había recurrido a Zeus para que se apiadara de ella tan solitaria que años atrás había sido y que finalmente había podido encontrar su compañía tan llenadora pues Endimión comenzaba a envejecer, su cuerpo se marchitaba y cuán profundo dolor ella sentía en lo más recóndito de su interior. Lo perdía y se rehusaba a que eso sucediera.
Por esto, Zeus al observar aquella situación de los dos amantes, decidió ayudar pero con una condición, el cual Endimión no sufriría el paso del tiempo mientras estuviese dormido pero envejecería solo cuando estuviese despierto. Así, Endimión le hizo prometer a Selene que siempre lo acompañase en sus sueños cubriéndolo y protegiéndolo con sus rayos tan penetradores mientras se juraban un amor celestial, acompañados de poetas que en las noches donde los amantes se encuentran se vuelven los protagonistas de noches melancólicas en busca de un amor de verdad.


Ella no sueña más.

El olor de tu perfume, la esencia que me atormenta todos los días y se apodera de mis entrañas para recordarme el castigo a la que estoy condenada. Quiero soltarte, dejarte ir, ser libre como principio fundamental que merezco después de tan agonizantes encierros a los cuales he pertenecido; de verdad quiero lograrlo pero déjame intentarlo. A pesar de que nos prometimos encontrarnos en aquella noche azul tan nuestra pues tantos momentos nos vio pasar, sabemos que ninguno de los dos quiere volver a intentar así que terminemos con este suplicio rápido porque ya no doy más y quiero volver a soñar.
El insomnio va a acabar conmigo si continúo aferrándome a la luna como mi única salida, después de haber sido eclipsada por las cicatrices de aquel amor que prometíamos guardar. Las luces de las estrellas y los reflejos de una iluminada ciudad son las únicas que me guían en esa oscuridad que me rodea junto con una botella de vodka que de tantos vicios, ha sido ese al que más me has dejado acostumbrada.
No debimos caer en ese idilio extraordinario de Tristán e Isolda si sabíamos que solamente éramos Tomás y Sabina jugando a quién desistía primero ante la pasión. Aunque no puedo negarlo, qué bien que supimos jugarlo, sin embargo, hemos llegado al final de todo cargando con el precio de nuestra cordura.
Perdón por haberte lastimado, aún recuerdo el rojo vivo de tu sangre recorriendo con desesperación y dolor tus finas facciones de aquel diabólico rostro que me penetraba con esos ojos oscuros como el alma de a quien eran pertenecedores y debo decir, que el carmesí combinaba con tus venenosos labios con las que a muchas mataste. Por supuesto, eso no se compara en nada con el dolor tan sofocante al que me dejaste para siempre en mi interior, maldito demonio.
El viaje al que ambos hemos emprendido ya no tiene retorno, pues ahora somos dos entes ligeros, sin alma ni cuerpo que nos haga peso. Somos polvo que la tierra ya no quiere y que el viento arrastra por entre la gente perdida y muerta que ya nadie reclama. Somos ecos de voces mudas con temor a gritar, somos silencio, somos la nada.
¿A dónde iremos a parar? Ya es hora de ver la luz roja y dejar mis lágrimas salir; el estruendo de mi mente no me ha vuelto dejar pensar y el estado inconsciente con olor a alcohol y diversas sustancias ya no hacen efecto como en un principio. Estoy anestesiada pero en el fondo sigo sintiendo el reflejo de la dualidad a la que solíamos estar unidos y que me incomoda pues esa es la pieza que no encaja desde un buen tiempo atrás, es la espina que me recuerda el pecado al que nunca debí involucrarme pero que tengo miedo a sacar porque puedo sangrar.
Mas no me rendiré, mis huellas se alejaron de las tuyas y depende de ti seguirlas o no, pero yo seguiré, caminaré diez pasos más allá que tú sin mirar atrás, sin ningún remordimiento porque soy fuerte. De verdad que lo soy, a pesar de mis vicios y los malos hábitos con los que he quedado, soy fuerte.


Bullshit.

I. 
Camino dos pasos, ella se aleja diez. 
Intento alcanzarla pero la brecha entre ambos parece ser infinita, inalcanzable. 
Siempre tan distantes pero a la vez tan presentes. 
Eres un fantasma del cual nunca me libraré.
Ella era admiración en su totalidad,
Llevaba ese significado fluyendo en sus venas.
No tenía sangre, lo que tenía era inspiración.
Y transmitía con cada suspiro una ferviente constelación,
donde sus palabras iluminaban la mente de su fiel seguidor.
Ella era vida, alegría cargada de misterios y dolor,
Pero denotaba viveza en cada rincón.
Ella era muerte, sombría y oscura
Pero transformaba sus demonios en una canción.
Ella era tanto, sintiéndose poco,
Ella era mi alma y yo su perdición.

II.


Estás sola, estoy solo,
La soledad también puede ser un llamado.
O son solo silencios sin sentido,
Merecemos estar solos porque así lo quisimos.
Vete, que no puedo vivir contigo,
Vete, que solo puedo vivir conmigo,
Tan solo es el adiós que nos está haciendo un llamado.

III.

Ella es azul, sublime, meláncolica, intangible. 
Es un mar llena de misterios 
con oleadas que transportan sus más frágiles sentimientos. 
Ella es calma, serena pero no te confíes 
que en tan solo segundos puede provocar una marea de furia, caos y tragedias. 
Solo tú podrás controlar las emociones tan penetrantes que se apoderan de tu ser, 
pero déjame ayudarte que me he enamorado como nunca antes. 
Me atrapaste y ahora estoy sumergido en ti, sediento de ti. 
Te quiero, artista de mi cuerpo, dueña de mi alma. 
Te quiero, te amo, y susurro en silencio para contemplarte todo el tiempo.

Afraid.

Miedo 1: 
¿Qué es el miedo? Podría dar una explicación científica a tal sensación pero eso no le convencía pues creía fervientemente en lo intangible que rozaba lo inexplicable. ¿Contradictorio? Demasiado, pero se había acostumbrado a ello, al estar siempre cuestionándose y debatiendo todo a su alrededor, sí, se hundía innecesariamente en pensamientos que no lo llevaban a ningún lado pero que al menos lo mantenían ocupado y así dejaba en un segundo plano lo que tanto le estaba oprimiendo su gargánta extendiéndose hasta su corazón que lo hacía latir tan deprisa producto de adrenalina y de temor. Contaba con un miedo causado de tiempo atrás, un miedo que tomaba forma en el fracaso pues él siempre había sido de los que ganaban en todo sin mayor esfuerzo, sin embargo, ahora era diferente, todo había cambiado y tenía que luchar para lograr el éxito que tanto anhelaba. ¿Y si estaba dejando a un lado los placeres de la vida por esa obsesión se sobresalir y siempre triunfar? ¿Y si realmente no era esto lo que necesitaba? Pero sabía que el preguntarse tan constantemente aquellas cosas le estaba impidiendo observar con cautela lo que verdaderamente valía la pena pero aún así, no podía quitar esas dudas de su cabeza. Bah, tenía la habilidad de transformar lo más simple en algo tan complicado. No más, ya no más.


Miedo 1.1: 
Vivía con el miedo a la soledad pero a la vez, vivía con el miedo a estar condenado a depender de una felicidad compartida con alguien pues no necesitaba estar atado a la presencia de un ser llamado "alma gemela" para sentirme completo y encontrar la vivacidad que había perdido en el camino. ¿Vivía? No, no le hubiese llamado así y me corrijo, sobrevivía a este sinfín de temores que se imponían en lo profundo de mi ser. Detestaba ser tan sensible pero también tan racional, después de todo hacía lo posible para convencerse de que nada era real, todo era un juego de la química, el sistema límbico y las sinapsis que sucedían en su anatomía. Ah, tan exactas son las ciencias que sin rodeos te explica las cosas pero ¿qué sucedía con esa parte emocional que tan efectiva funcionaba en su cuerpo? La misma razón me hacía dudar sin razón, y era por esa parte tan humanamente sensible que me hacía creer en la magia aunque en mis adentros solo salga a la superficie el lado científico que he venido formando como un mismo ser.
Así que, ¿podré vivir y dejar de sobrevivir si me encuentro solamente en ese estado donde la lógica me haga afirmaciones de lo mundano? O ¿podré vivir estando al margen de las sensaciones solamente? Ciertamente se dice tener ambos para formar un equilibro emocional pero cuestionarse todo el tiempo ¿acaso eso es balance? Quién sabe, de lo único que estoy seguro es de ese desorden y caos con el que se lucha constantemente el cual no me deja vivir.


Oniria e insomnia

Y de nuevo nos volvimos a ver, así de casualidad como solíamos encontrarnos guiados por nuestros impulsos sin que supiéramos al abismo frenético al cual nos acercábamos, y de nuevo nos volvimos a jurar el amor desbordante que sentíamos el uno por el otro. ¡Vaya debilidad a la que estamos sumidos, y vaya masoquismo que manejamos! Sin embargo estaba atada a ti de una manera sofocante, atormentante del cual no me podía librar y a pesar que intentara alejarme lo más que pudiese de su perturbadora fragancia, él era el dueño de mis sueños y los necesitaba de vuelta.
    Ah, tantas excusas que me implanto solo para rehusarme a estar a su lado.

No quería volver a estar con él, lo odiaba, sentía repugnancia con su sola presencia pero a la vez lo amaba con esa misma intensidad pues odiarte es también amarte y viceversa. Qué complicado. Intentaba buscar soluciones coherentes a un mar de incoherencias de la cual ella se encontraba prisionera cada vez más. Sin embargo, de lo que estaba segura era que el verlo de nuevo, el escuchar su grueso tono de voz del cual hacía mucho tiempo sus oídos habían borrado tal música nefasta que por muchos años había sido su melodía favorita, y el sentir de nuevo su cuerpo tan lleno de virilidad que le encandilaba completamente la habían enloquecido como nunca antes pues los vicios son difíciles de dejar y más después de tanto tiempo en abstinencia de él.

Juro que lo intentamos e incluso nos declaramos los “te amo” que por tanto tiempo estuvimos guardando y por un momento, me encontré soñando de nuevo y esta vez era con él, qué agradable. No quería volver a dejar escapar mis sueños y menos cuando tomaban forma de él porque me sentía calmada, al fin había dejado de nadar contra la fuerte marea para soltarme y llevarme por las suaves olas que proclamaban la llegada a mi hogar. Pero como se sabe, las almas gemelas no se pertenecen porque esa persona se convierte en un espejo donde te revela todo lo que has reprimido y te derrumba los muros para despertarte, liberarte, y el vivir con alguien así se vuelve complicado pues es como convivir con tu verdadero ser, con el mismo caos que tienes, así que es preferible  dejarla ir una vez te ha abierto los ojos. Sí, nos dimos cuenta que no nos merecíamos estar juntos a pesar de ser el uno para el otro por lo cual, ahora tu segunda partida o mejor dicho, tu verdadera partida ya no me atemoriza ni me provoca tristeza porque sé que era lo mejor y al menos cuento con la satisfacción de haberlo dado todo esta vez aunque no fuese suficiente.

Tu sombra se aleja un poco más de la mía pues la empujo para no verla más, pero tu huella siempre quedará en mi interior aunque se vaya desvaneciendo con el tiempo o con tu ausencia, que es lo mismo pues el tiempo transcurre de manera diferente desde que no estás más a mi lado pero me iré acostumbrando a aquel cambio de horario, te lo prometo. Pero debo decir, me siento libre, sin ataduras, siento que soy yo misma sin necesidad de ti y aprenderé un poco más de mí con este insomnio al cual he vuelto a caer pero que es necesario para encontrarme después de haber vivido en una ficción toda mi vida al cual le llamaba “sueño” y que pretendía esconderme ahí.

Hoy, caminaré de regreso a nuestro sitio preferido que tantos recuerdos nos vio formar pero no para llorar o para gritar por regresar sin ti, sino porque quiero librarme de tus cenizas tan aferradas a mi cuerpo pues ya muchas manchas me ha dejado y no quiero seguir ensuciándome más. Esperaré a que el viento se las lleve lejos de mí para limpiarme de ti y comenzar de nuevo, eso es lo que necesito.


Deep inside

‹ 'Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera, incluso ahora', pensé. Por profunda y fatal que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayan convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días, haciendo, según cómo, una buena actuación.›

El camino tan inestable al que me veía atado, procedente de millones de malas decisiones y caos al cual había sido partícipe ahora me conducía a un sinfín de segundas oportunidades llenas de esperanzas que iban despejando la turbulencia en la que me encontraba y que me volvían acercar a ti sin que me diera cuenta, o quizá nunca nos habíamos separado realmente pues nuestras almas seguían unidas por un hilo transparente y donde quiera que volteara, ahí estaba la imagen de ella tan vívida como siempre para recordarme que te pertenecía, que me pertenecías, que nos pertenecíamos pero que a la vez éramos libres porque me hacías volar más alto con el impulso tan mágico que inspirabas pero sin atar mis alas a las tuyas y a la vez me hacía ser yo mismo sin ningún miedo que tener.

Ya no éramos los mismos, habíamos cambiado durante el recorrido de una forma radical producto de las circunstancias vividas y experiencias que nos volvieron más fuertes y maduros pero no menos tristes pues esa tristeza de tu ausencia la pretendía aminorar con trivialidades que creí importantes cuando cada vez me pesaba más tu partida. Supongo que hay cosas que nunca cambian por más que intentemos de hacerlo.

La mirada tan penetrante de aquellos ojos que se cruzaron con los míos una vez más después de tantos días sin observar, ventanas de tu alma tan pura y misteriosa se volvían el centro de atención de cualquier lugar y me estremecía el interior, me desordenaba los pensamientos y junto a esos rojos labios de sabor dulce que me hacían tan adicto y que me recordaba la dolorosa abstinencia a la que había estado sometido me provocaba un sensación de desesperación pues nunca un vicio se había vuelto tan necesario en mi vida.

El volver a verla, ya no en imágenes sino tan tangible y alcanzable a unos cuantos metros de él era magnetizante, hechizante, atrayente, terrorífico, le producía de nuevo esas emociones las cuales le mostraba que él no era solo un cuerpo palpable pues contaba con un alma que se alteraba de manera desorbitante. ¿Cómo era posible? De hace rato había intentado ocultar las emociones que tan fríamente se habían desvanecido desde su partida o que al menos eso creía. Sin embargo, era increíble que ni el río hubiese podido llevar las cenizas que se desprendían de él y en cambio, de ahí comenzaban a surgir pedazos de ella que intentaba dejar ir pero que se agarraban de sus entrañas para nunca más soltarla. No sabía lo que pasaría después pero estaba en calma, y la quería a ella a su lado por el tiempo que durara esa eternidad a la que se veían envueltos.



De nuevo, incoherencias.


Y ¿quién dijo que se necesitaba huir de la ciudad para librarse de tan nefastas situaciones en las que me he visto involucrado? Después de todo, lo que me atormenta se encuentra dentro de mí y se aferra de mi alma tan desesperadamente para no dejarme ir, condenado por siempre al maldito caos que no se apiada de mi vida. ¿Vida? ¿Qué sé yo de vivir? Si tantas veces he sido víctima del aislamiento y del miedo que me han impedido vivir, así que no escaparé, ya ha sido suficiente después de tanto huir del mundo que me rodea.
 
El cielo tan infinito, el mar tan sublime y la naturaleza tan fresca me sirven de llamado para hundirme en mis pensamientos y luchar por lo que quiero, aunque sea contradictorio pues sé que entre más me sumerja en mi mente, a más crisis me veré involucrado dejando a un lado las ganas infundidas de luchar, sin embargo esta vez quiero salir de aquellas tormentas para hacer lo que quiero pues ya ha pasado un buen tiempo desde que hice algo por gusto; y es que todo se resume a las contradicciones como es el “vivir para morir” o el “sufrir para ser feliz”, ya que no se puede tener una sola convicción tan pura sin que exista su lado amargo.
 
Finalmente me he dado cuenta de la dualidad entre el cuerpo y lo interno (¿alma?), porque cuando se sufre, es que podemos sentir el cuerpo, carne débil rendida ante el dolor. De lo contrario, cuando se está en un estado de satisfacción, el cuerpo se vuelve leve e invisible ante nuestros sentidos mientras que interiormente sentimos una profunda satisfacción que nos encandila. Una unidad, un equilibrio, una armonía es lo que se supone debemos mantener, pero cuando se está siempre sumido en el dolor o en la satisfacción, ¿acaso uno no queda anestesiado ante tal sentimiento? Y nos volvemos seres inertes manipulados por el sistema al que todos nos vemos involucrados y del cual hacemos parte, comenzamos a creer, a pensar y actuar como se nos muestra para fingir si quiera una pizca de emoción la cual creemos con fervor. Pero se llega un momento en que se debe despertar, salir de la agonía silenciosa que nos maneja. Y por esto, se debe mencionar a nuestros ojos los cuales son propios de cada quien, las ventanas de quien observa y solo estos son capaces de develarnos tantos secretos o de ocultarlos, si así lo preferimos. Somos quienes controlamos si ver (incluso los pequeños detalles) o no (aunque creamos estar viendo), y de ahí parte todo. Ya ni siquiera vemos realmente por estar pendientes de las pantallas como la televisión, las cámaras, el ordenador, las ventanillas, en los cuales ponemos nuestra más íntima confianza para dejar que nos muestre la realidad y luego pretendemos buscar un edificio con una maravillosa vista exterior donde podamos vivir y ¿para qué si solo observaríamos lo que quieren que veamos?
 
No sé nada, definitivamente no sé nada, solo menciono cosas al azar regido por los impulsos tan característicos del ser humano o, mejor dicho, las incoherencias absurdas que nos controlan en todo momento cuando la razón hace imposible ordenar los pensamientos.



Yo soy, yo soy, yo soy.



Nunca pude distinguir las fases de la luna por más que me explicaran, ni por más que visitase constantemente al planetario, producto de una afición adquirida por el misterio y la grandeza que el universo representaba. Solo sabía diferenciar la luna llena (por obvias razones), el cual, para un creyente de la fantasía como yo en su infancia, era la tal esperada “luna de lobos”. Me arrepiento, vaya que me arrepiento de no haber aprendido aquellasfases, cada una tan diferente y mágica, cada una tan caótica a su manera. Si desde un principio hubiese aprendido, no habría quedado poseído por ese satélite que del cielo desprende tanta atracción hechizante.
Creí que podría convivir con tus constantes cambios, con tus revoluciones, con tu movimiento de traslación y rotación, pero no me daba cuenta que con tu poder controlabas la marea, los sueños y cuántas cosas más. En cambio, yo era demasiado simple, mi caos ya estaba controlado, tenía mi alma en paz, pero tu desorbitaste todo tan abruptamente sin ninguna piedad. Siempre serás distante, inalcanzable, porque pertenecemos a diferentes lugares, no nos merecemos, aunque nuestro amor sea demasiado atrayente, magnetizante. Incluso aunque nos acostumbramos a ese romanticismo que nos arrullaba el alma, las peleas nos rompían un poco cada vez más. Cada vez me perdía un poco más, me desestabilizaba, y prefiero seguir siendo yo mismo, a dejar que me destruyeras vilmente.
Sin embargo, no voy a negar que de vez en cuando me gusta observarte de lejos, saber si estás bien y si sigues iluminando, pero no volveré a buscarte, ya no más, no somos compatibles por más que lo forcemos y lo intentemos mil veces más. No somos, aunque queramos que sea, pero somos, aunque no estemos.