El recuerdo de ella le consumía su pecho poco a poco, hasta el punto de asfixiarlo y sofocarlo cargando con el peso de su ausencia. Se volvía loco de tener su imagen en su mente y de sentirla en su interior destrozándole el alma. Controlar el dolor que sentía con cada latido frenético y desgarrador se volvía cada vez más imposible, como un deseo lejano que no podía cumplir. ¿Por qué esta vez le había dado tan duro su recuerdo? Pensaba que la estaba superando pero episodios como estos le recordaban que eso jamás sucedería o al menos, no por el momento.
Su cuerpo temblaba y las lágrimas brotaban como una cascada incontrolable llena de dolor, rabia y debilidad. No sabía cómo más intentar superarla si cada que sentía que lo estaba logrando, los celos de ella crecían en su interior esperando nunca traicionarla. Así es, sería una larga y peleada lucha conseguir su objetivo pero no podía seguir viviendo de ese modo, ya no se había vuelto sano el intentar conservarla.
Por lo tanto, la ocasión ameritaba tomarse un día de descanso, libre de toda preocupación exterior así como un tiempo de reflexión para sí mismo. Decidido, se dirigió a pisar las calles con olor a madrugada y tranquilidad, donde la música reinaría su paso adornando los matices del camino. También, aprovechaba para desahogar tanto que había contenido para sus adentros mientras intentaba acomodar sus pensamientos.
Quizá en un pasado habría mantenido así hasta calmarse pero esta vez, sentía la necesidad de tener a alguien a su lado y de expresar todo lo que quería gritar, solamente eso, quería que alguien lo escuchara en momentos como estos donde la vulnerabilidad era su fiel compañera, a pesar de detestar que lo vieran en ese estado.
Sin embargo, sabía que no contaba con la ayuda de sus amigos más cercanos para atravesar aquella crisis debido a lo ocupados que se encontraban en el momento, pero solo bastaba con observar a su alrededor para darse cuenta que todo el tiempo había estado teniendo apoyo de sus compañeros. Si bien, a pesar de haber pasado muchos momentos juntos,él no les tenía la confianza suficiente todavía, o al menos, eso era lo que pensaba, hasta que se dio cuenta que ellos eran los únicos que le estaban brindando su mano para sacarlo del abismo en el que se encontraba. Era extraño, pero la idea de contar con un apoyo de parte de ellos le habían salvado su día.
No supo exactamente en qué momento sucedió, pero sin esperarlo, todas las sombras que antes lo estaban atacando habían desaparecido y se encontraba riendo rodeado de paz y alegría que le calmaban de a poco hasta el punto de anestesiarlo totalmente. Era gratificante el saber que de los escombros, se estaba levantando siguiendo su paso con fuerza siempre para adelante.
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