jueves, 3 de diciembre de 2015

Being sad is an artist's life.

Noches en vela, ojos debilitados, cuerpo cansado pero mente despierta.
¿Cómo es que la inspiración llega justo cuando intento dormir donde mi cuerpo exige descanso pero mis pensamientos demandan atención? O bueno, no le llamaría inspiración sino más bien, motivación.

Me aferro a la oscuridad como medio de expresión donde la comodidad y confianza que esta transmite me amarra para dejar salir todo lo que siento y es agradable, la noche se vuelve mágica y le encuentro colores resplandecientes que vuelven todo especial, único, un mundo donde quiero pertenecer.

La música sabe mejor a esta hora, la tranquilidad del lugar te transporta a esa historia que las canciones cuentan y que sientes como parte de ti adornando el lugar de compases y tonos que nunca antes había escuchado con claridad y que es como si te estuviera llamando a sumergirte en ese universo creado por ti y para ti; es tuyo, entra, no te alejes jamás.
Y es en esos momentos donde descubres realmente quién eres, qué quieres, a qué aspiras o de qué te arrepientes. Así es, estas horas son decisivas para encontrarte y, te hundes en la tristeza y el dolor que comienzas a sentir como nunca antes, o flotas en esos sueños felices que ves pasar por el aire alejándose de todo el mal que tanto le persigue, puta envidiosa es el mal como si necesitara de una atención desbordante para vivir. Pero ojo, que si te encuentras en el medio de ambos extremos como lo estoy yo, te vas a encontrar perdido, como si estuvieras drogado aunque realmente lo estás pues los sentimientos te drogan, te consumen y te acaban, rápido, ¡decide que lado quieres! Yo no lo sé, los extremos me aterran pero la confusión constante me vuelve loca.

La luna me observa, ella siente mi desesperación y tan solo sigue brillando para que no pierda la esperanza, las estrellas la siguen y el viento me susurra "huye", "vete de aquí", pero yo me quedo, después de todo me acostumbré a vivir en estos estados donde la respuesta se hace inalcanzable, esa también es otra envidiosa que juega a las escondidas conmigo creyéndose la mejor.

El piano suena solo, me avisa que me calme y que todo estará bien pero de repente y de un solo golpe, el ritmo cambia, ya no hay piano, solo hay gritos que me piden ayuda para salir de aquí y salvarlos, ¿podré hacerlo? pero no los veo, ¡no griten tan fuerte que no me dejan pensar! Es un vaivén constante del que no puedo salir, yo soy la que necesito ayuda pero ustedes no escuchan mis gritos y alaridos de desesperación.

Corre, ya es hora, no escuches a nadie, ignora a todos y cierra los ojos mientras sigues corriendo y así encontrarás el camino correcto pues no necesitas ver, tan solo sigue tu instinto pero corre, nunca detengas ni aunque estés agotado y sediento.